▪ Por Lindsay Obando C.
Las mascotas, poco a poco han tomado un lugar preponderante en la vida de las personas, ya que no solo son “simples acompañantes” sino que también con el adecuado entrenamiento y por su docilidad e inteligencia, son los aliados ideales para suplir las necesidades de “asistencia” de sus amos, incluidos aquellos que tienen una discapacidad de cualquier tipo. En este sentido una mascota puede llegar a realizar múltiples labores en pro del mejoramiento de la calidad de vida e independencia de una persona con discapacidad. Algunas de estas labores pueden ser:
Discapacidad visual:
Ayudan a detenerse antes de cruzar una calle, asegurarse de que la persona cruce de manera segura, para evitar obstáculos como carros, señales etc., así como buscar cosas.
Discapacidad auditiva:
Alertan ante diferentes sonidos, alarmas de humo, de un reloj, de la cocina, el timbre de la puerta, el teléfono, bebés llorando, etc.
Discapacidad física:
Realizan labores cotidianas tales como llevar, recoger, alcanzar objetos, operar controles remotos, encender y apagar luces, cerrar y abrir puertas, ayudar con las compras, asistir al momento de vestirse o desvestirse, sacar de la cama, empujar sillas de ruedas, etc.
En casos de personas con autismo, las mascotas tienen un efecto tranquilizante y estimulador para que logren comunicarse con su entorno. En casos de personas propensas a ataques epilépticos, algunas mascotas pueden detectar los cambios que preceden al evento y alertar a la persona o a quienes la acompañan para que se coloque en un lugar y posición segura.
Por otro lado, la interacción y convivencia diaria entre una mascota y la persona con discapacidad tiene varios beneficios:
▪ Contribuye a que la persona se sienta útil para llevar a cabo labores propias del cuidado de una mascota (alimentarla, bañarla, sacarla a pasear, llevarla al control veterinario).
▪ Fortalece la autoestima.
▪ Sirve de inspiración para vencer “limitaciones”.
▪ Ayuda a tener una mayor socialización.
▪ Provee contención y afecto genuino, para enfrentar situaciones dolorosas o difíciles de una manera tranquila.
▪ Facilita el proceso de rehabilitación (en personas con discapacidades físicas e intelectuales), ya que el acariciarle tiene un efecto relajante.
▪ Mejora el estado anímico y fomenta la aceptación de la discapacidad.
▪ Enseñan a ser pacientes, perseverantes, alegres y agradecidos.
En todos los casos las mascotas son de gran ayuda para mejorar la estabilidad física y emocional de las personas con y sin discapacidad; además, son grandes aliados en terapias físicas y en los servicios de asistencia.
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